Por David Sánchez La película Cónclave , dirigida por Edward Berger y basada en la novela de Robert Harris, intenta sumergirnos en el misterio y la pomposidad de uno de los rituales más secretos de la Iglesia Católica: la elección de un nuevo Papa. Aunque su premisa prometía intriga y tensión, el resultado final se siente excesivamente forzado, repetitivo y carente de verdadera innovación dentro del género. Ralph Fiennes, como el cardenal Lawrence, entrega una interpretación que roza lo caricaturesco. Sus constantes expresiones de angustia, ojos llorosos y miradas perdidas en el infinito pierden impacto por su sobreutilización. En lugar de transmitir una profundidad emocional auténtica, esta intensidad constante se vuelve predecible y, francamente, aburrida. Fiennes es un actor de gran talento, pero aquí parece atrapado en un bucle de emociones repetitivas que limitan su capacidad para sorprender al espectador. Uno de los...
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