Nowhere Special, 4,3/5. Seminci 2020
En sección oficial, el director italiano Uberto Pasolini muestra este bellísimo relato del amor incondicional de un padre por su hijo.
Algo que encandila, es curiosamente la forma fría y aséptica que tiene de contar un drama tan triste, gracias a lo cual el espectador no se siente obligado a sentirse triste, si no que ese sentimiento viene solo, sin querer, y la lágrima fácil no es tan fácil en esta ocasión, pero es mucho más densa.
Aparte de la sensación, esta película deja la idea de que ha nacido un superdotado que se llama Daniel Lamont, de 4 años. Es fascinante ver escenas de 1, 2 y 3 minutos sin cortes, dónde el joven da la réplica y está dentro del personaje en todo momento.
Como nos comentaba Pasolini en la rueda de prensa, entrevistaron a unos 100 niños, Daniel fue el número 7, el resto hasta los 100 intentaron superar Daniel y no pudieron.
James Norton, que hace de padre, también está tremendo en su papel, mantiene siempre una fría y consecuente actitud según las circunstancias del personaje.
En la película, hay una velada y muy bien trazada lucha de clases, empezando por las distintas familias que visita el protagonista para dejar en adopción a su hijo, y terminando por su propio trabajo de limpiacristales, del que algunos pueden sentirse avergonzados, pero no él.
John, un limpiador de ventanas de 35 años, dedica su vida a criar a su hijo Michael de 4 años, ya que la madre del niño los abandono cuando el nació.
Su vida es sencilla y está compuesta por rituales diarios de carácter universal. Es una existencia de completa dedicación y amor inocente que revela la fuerza de la relación entre padre e hijo. Pero John tiene que dar en adopción a su hijo por un motivo que se irá descubriendo a la largo de la película. Algo tan duro como dar en adopción a un hijo, puede convertirse en una de las mayores muestras de amor.
En la rueda de prensa Pasolini
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