El perro que no calla, 4,2/5. Festival de Rotterdam 2021
Cinta en concurso Big Screen Competition, de la argentina Ana Katz, quien es una asidua a los festivales. Con esta cinta está también nominada en Sundance y Miami. La directora ya participó en otros festivales como Cannes con "Una novia errante", en San Sebastián ganando un premio de cine en construcción con "una novia errante" así como una mención especial con "El juego de la silla" que también pasó por Cine Latino Toulouse. Con "mi amiga del parque" ganó en Málaga y Sundance.
Todo lo que tiene esta cinta es excelente, empezando por el guión y terminando por la duración (73 minutos) que demuestra que no hace falta llegar a los 120 min para hacer una buena obra.
La síntesis de la cinta es básicamente la vida del protagonista, Sebastián, protagonizado por el hermano de la directora Daniel Katz, es un hombre corriente de treinta años que se dedica a su fiel perro y que trabaja en una serie de empleos temporales. A medida que avanza con dificultad por la edad adulta, navega por el amor, la pérdida y la paternidad, hasta que el mundo se ve sacudido por una repentina catástrofe que trastorna su ya turbulenta vida. Fotografiada con imágenes en blanco y negro e inundada de metáforas rumiantes, la guionista y directora Ana Katz capta la mayoría de edad de Sebastián a través de fragmentos de la vida, tanto específicos como universales, en su lucha por adaptarse a un mundo en perpetuo cambio y que podría estar acercándose a su fin.
El guión choca, rompe esquemas en el espectador, que lo agradece. Empezando por el nombre de la cinta, haciendo referencia a un perro que no dura mucho en la cinta, pero que provoca un cambio radical en la vida de Sebastian. Con esto la cinta nos dice que la presencia de alguien puede hacer cambiar el rumbo de otra persona, pero también lo hace la ausencia. Dejar un trabajo para irte a la Pampa a cuidar de tu perro, no parece lo más lógico, pero gracias a eso ha podido descubrir un mundo nuevo, un mundo donde tiene que comerse un sándwich olvidado en un asiento del autobús, o acompañar a un grupo que gestiona una cooperativa. La cinta nos dice que no hay un camino correcto, no siempre ni para todo el mundo es más importante un trabajo que un perro, y el cambiar el rumbo de la vida suele ser beneficioso para quien se atreve. En el caso de la película, Sebastian no parece reflexionar mucho sobre la toma de decisiones drásticas, cosa que puede chocar. Con su brillante actuación impasiva, Daniel Katz ayuda a dar esta sensación de "pasotismo", de que nada le importa y todo lo acepta de buenas maneras.
Algo muy bien traído por la cinta, es el paso del tiempo, por las etapas de soltero, con pareja, hijo, divorcio, es increíble la capacidad asombrosa de Ana por comprimir las historias como si en un bote de perfume se tratara, dejando las esencias, lo importante dentro. Lo más sorprendente de todo, es que el espectador lo acepta, no parece falsamente prepotente o inverosímil. Esta historia en 73 minutos es perfectamente plausible, incluso la extraña enfermedad que ocurre en la tierra a más de 1,2m, por lo que tienen que llevar "burbujas" o cápsulas para poder respirar si no quieren andar agachados. Incluso esta locura de guión ha sido diestramente llevado en relación con la pareja y la forma de educar al hijo, lo que crea disputas.
En definitiva, una gran cinta del cine argentino, escueta, rápida, centrada en lo importante y con giros locos de guión que hacen que el espectador se interese, como muestra el accidente con el perro narrado excelentemente a trabes de dibujos, dejando la grabación de imágenes reales a un lado por un momento. Pero también con escenas locales, reales, cercanas en el guión, como la cooperativa, o el cuidar de una casa en la Pampa mientras el dueño está en Asia. Una de las películas más conceptuales que se ha vista, en donde tras ver el blanco y negro que utiliza, se agradece que no haya usado los 35mm o el formato 4:3 para hacer si cinta más "Indie", dejándola como es, autentica y sin seguir ningún falso dogma.
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