It´s a Sin, 4,8/5. HBO y Channel 4
El dios de las series y en especial de las LGBTIQ+, el británico Russell T. Davies, vuelve a hacerlo, una genialidad de las suyas como : "Queer as Folk", "Cucumber, Banana, Tofu", la increíble "Years and Years", o "Doctor Who".
Este británico es una auténtica máquina de hacer pedazos de obras de arte allá por donde pasa, obligando a que los estadounidenses tengan que copiarle para para no demostrar que están detrás en imaginación, sin darse cuenta que copiar denota eso mismo. Si no que se lo digan a Ricky Gervais con su creación "The Office" y el cabreo que se cogió en varios Globos de Oro recordando que su versión británica era la original. Imaginamos que dentro de unos años tendremos "It´s a Sin", versión del Tio Sam.
En esta ocasión Davies nos cuenta el descubrimiento del VIH y el SIDA en la comunidad gay del Londres de los 80. El director nos sumerge en esta comunidad casi desmenuzando el grupo, miembro a miembro, el director presenta a todos los personajes, a sus familias, su entorno provinciano en muchos casos, o Nigerianos en otros, hasta que al final del primero de los 5 capítulos, el grupo de protagonistas queda formado como si de una obra de ballet se tratara, con la misma armonía que caracterizan a los buenos directores. La serie sigue a Ritchie (Olly Alexander), Roscoe (Omari Douglas), Colin (Callum Scott Howells), Jill (Lydia West) y Ash (Nathaniel Curtis) desde 1981 hasta 1991. Jill y Ash han estado viviendo en la ciudad, pero se nos dan las historias de los otros tres, todos ellos trasplantados. El extrovertido Ritchie se traslada a Londres desde su pueblo natal en la Isla de Wight, dejando atrás a un padre brusco que le advierte que no debe dejar embarazada a ninguna chica. Comienza a estudiar derecho, pero rápidamente se enamora de la actuación. Roscoe, ardiente y de fuerte carácter, se marcha de su casa después de que la intervención religiosa de sus padres nigerianos culmine con un plan para enviarlo a África. Colin, de carácter dulce y reservado, acepta un trabajo en una sastrería y llama por teléfono a su madre en Gales. Los tres son homosexuales y, al final del primer episodio, el grupo se ha ido a vivir juntos.
En el resto de los 4 capítulos los protagonistas van viendo pasar la vida, alegres por el desconocimiento de lo que se les venía, el VIH ya era conocido en Estados Unidos, pero en Inglaterra la información era escasa al principio de los años 80. Tanto era así que inicialmente los portadores del VIH eran considerados afectados por una especie de gripe de los gays, o cancer, sin saber muy bien que era, poniéndoles en estrictas cuarentenas, tratándoles con máscaras, guantes, y toda la parafernalia que tenemos hoy, 2020, con el bicho. Y es que esta serie llega en el momento preciso, estrenándose en enero 2021 en HBO y Channel 4, los 5 capítulos nos muestran algo que ahora nos parece obvio gracias al conocimiento. Las medidas tomadas por los familiares de los contagiados, las medidas del gobierno y las autoridades, las de la sociedad o los jefes de estas personas, son mostradas como incomprensibles, sin corazón, tomando medidas exageradas, insultando a la gente por ser gay en la calle, o negando que tu hijo es gay. Y como pasa con la historia, hay que verla con los ojos de los que la vivieron, no con los actuales, con esto me refiero a la desinformación general. Los movimientos sociales que surgieron después de esta generación perdida, de los fallecimientos y homenajes de iconos como Freddy Mercury (quien perdió una gran oportunidad en vida de concienciar con su enfermedad a los jóvenes, ya que sabiendo 7 años antes, no dijo que tenía SIDA hasta un día antes de morir en noviembre de 1991), etc, lograron que hubiera un conocimiento más amplio de esta enfermedad y los medios de propagación, haciendo que la gente abriera su mente en todos los sentidos.
It's a Sin se construye a base de capas de humor, angustia, vergüenza y rabia, pero entre ellas se vislumbra también los rasgos distintivos de la juventud y el tipo de libertad deseado: amor fácil, diversión a raudales y una vitalidad que ninguna sentencia de muerte puede borrar.
La serie se basa en el realismo, pero algunas de sus mejores y más punzantes escenas brillan con un aire de dramatismo exacerbado. Aunque deja que cada uno de sus talentosos protagonistas triunfe, la serie está anclada en la exquisita y polifacética interpretación de Olly Alexander (quien tiene un grupo de música llamado como la serie "Years and Years") como el miembro más ávido de amor del grupo. En cada episodio, Ritchie se supera a sí mismo con otro momento inolvidable, encarnando la vitalidad de una cultura de espíritu libre que se negaba a ser contenida por opiniones científicas. Lydia West también está fantástica en el papel de Jill, la única mujer del grupo y que ya actuó en "Years and Years", que conoce la realidad del VIH-SIDA antes que sus amigos y se convierte, a su vez, en una silenciosa cuidadora y en una franca defensora.
La serie agudiza el ingenio para mostrarnos varios aspectos añadidos a la principal temática del VIH, uno de ellos es la imagen de avanzados en el VIH que tenían los británicos de los estadounidenses, con un claro ejemplo cuando piden a un miembro del grupo que va a viajar a Nueva York, que traiga libros o revistas que hablen del VIH, algo que con las actuales tecnologías ha quedado desfasado.
Otro aspecto que vemos es la evolución de la sociedad ante no solo el VIH, si no tambien ante el colectivo LGTB, con la legislación homófoba real, como la Sección 28, que prohibía los contenidos que "promovían la homosexualidad" en las escuelas, y la Ley de Salud Pública de 1984, que a veces se utilizaba para detener a los pacientes con SIDA. Hay escenas de familias y trabajadores sanitarios que limpian los espacios personales y queman sus pertenencias. Hay escenas de hombres que intentan remedios caseros arriesgados y poco científicos, como probar el ácido de la batería, para evitar la transmisión. Hay numerosas discusiones confusas e impotentes sobre el virus como un cáncer o una infección, o como algo que se contrae a través de animales o extranjeros. Viendo el cambio de actitud ante todo esto al final de la serie.
Dentro de la serie, da tiempo a ver la crítica que el director hace de los abusos de poder, racismo y las clases sociales que paren insalvables en esa época, donde el rico blanco puede utilizar al negro pobre como si fuera un papel de usar y tirar. Dando una secuencia muy muy divertida con Margaret Thatcher que uno no puede perderse.
Las madres tienen un papel más que importante en esta serie, dejando a los padres un poco en segundo plano. La relación de los hijos con sus madres está retratada con una sensibilidad tal que nos sentimos reflejados de una forma u otra en ellas. Tanto la actitud cotidiana de tener un hijo lejos, en Londres, al que no se le ve mucho por el pueblo, ni siquiera llama mucho, en algunos casos repudiado por su padre, en otros amado de forma claustrofóbica, pero que al final es una fuente de refugio para los últimos momentos de vida. La dificultad de pedir o no ayuda a los padres en estos momentos de enfermedad del SIDA, báscula mucho en la confianza que el hijo tenga con su madre, sorprendiéndonos una de las escenas en donde la protagonista dice:
¿no sabías que tu hijo era gay?¿Si no sabías que tu hijo era gay durante todos estos años, que mirabas cuando tenía 11 años? cuando tenía 15, 16? ¿cuántos tiene ahora, 30?Todos estos 30 años, y cada centímetro de él es tan gay como un billete de nueve chelines desde el día que nació. Tu eres su madre, se supone que piensas en él día y noche. Así que, ¿qué cojones estabas haciendo?
Davies no explora la política y las políticas que condujeron a la epidemia de sida. En cambio, se centra en el impacto personal de una crisis tan mal gestionada, algo que no ha quedado del todo desfasado. Puede que los personajes se vuelvan más educados con el tiempo, pero su conocimiento no los hace invencibles. A finales de los 80, los calendarios de los compañeros de piso están llenos de fechas de funerales. Sin embargo, como cualquier persona que vive una crisis importante, sus vidas siguen adelante. En el primer episodio, se pregunta a los tres recién llegados a la ciudad dónde quieren estar dentro de cinco o diez años. A lo largo de sólo cinco episodios, los vemos pasar por esos diez años, obteniendo una perspectiva íntima de un periodo histórico que a menudo se muestra de lejos.
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