No matarás 2,5/5


La cinta del español David Victori refleja la vida de un hombre fácil de manipular que poco a poco se vuelve el Michael Douglas de " Un día de furia" en versión castiza.



El director comienza con buen pie la narración, con un plano secuencia siguiendo al protagonista, pero que en algunos momentos se hace agobiante y largo, quizás para transmitir ese ambiente de agonía, de imposibilidad de salir del atolladero que David quiere hacer sentir al espectador para igualar a lo que siente el protagonista. Por cierto, un protagonista Mario Casas que no hace el papel de un chaval que no toma ninguna decisión propia, cediendo a las presiones del ambiente. No sabemos si es por la sobreactuación de Mario o por los rigores de la dirección, pero muchas escenas se ven exageradamente postizas, no le cuadra al espectador que esas situaciones tengan una lógica. No ya por el hecho de que retrate a los hombres como seres estúpidos y violentos, que por una mujer guapa harían lo que fuera. Si no por la propia personalidad del protagonista, un hombre que desconfía de la gente, que le gusta lo seguro y no probar nada nuevo, hasta que un día, sin un motivo aparente decide seguir a una chica que tiene un discurso poco creíble, y justo ahí, su forma de ser de...35 años, cambia sin explicación. Eso es lo que no es creíble, la falta de desarrollo en la película para transformar la personalidad de una persona. En "Un día de furia" el protagonista sigue siendo él mismo, metódico, realista, paciente y justo, aunque con un brote psicótico. Por lo tanto es creíble que una persona, ante una situación de estrés como un atasco interminable, pueda tener este comportamiento. Lo vimos también con el magnífico "bombita" de "relatos salvajes", donde Ricardo Darin y Damián Szifron hacen creíble al personaje. En "no matarás" algo falla, igual actor y guión tienen la culpa, igual el espectador ávido de un guión mínimamente creíble tiene la culpa.



Lo que hay que valorar es la gran expectación que tuvo esta cinta en la pasada edición de Sitges, ya que Mario Casas atrae mucho. Un punto positivo es precisamente ese, el traer a una estrella mediática para realizar una película a priori independiente, mezclando los dos mundos, dando curriculum "indie" a uno, y publicidad al otro. La otra protagonista de la cinta y de Sitges fue la hasta ahora desconocida Milena Smit, sin tener una actuación que transmita al público, tanto el guión como ella misma se han hecho notar siendo una de las revelaciones del año.



El final de la película hace que la narración cambie de registro y pase al fantástico, rompiendo la línea más o menos conseguida, de realismo que llevaba la cinta hasta aquí. Pareciera como si la cinta hubiera pactado la hora y media de rigor comercial, y para no pasarse de ese límite, hubiera metido el acelerador saltándose pasos descriptivos que hagan al público entender como el personaje sabe ciertas informaciones, o cómo llega al lugar de la escena final, pareciéndose más a una secuencia de "doctor strange" usando sus anillos mágicos, que una cinta con leyes físicas y lógicas.




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