Sin la Habana. Miami 2021
Del director canadiense Kaveh Nabatian, seleccionada para el festival de Miami 2021, narra la vida de Leonardo, un bailarín de ballet cubano y Sara, abogada. Están enamorados, son jóvenes, guapos y ambiciosos, pero sus sueños se topan con las fronteras cerradas de Cuba. Nos puede recordar a la cinta de Iciar Bollain "Yuli".
La cinta nos muestra con distintos filtros la calidez pero penuria de Cuba y la frialdad pero bienestar de Quebec. El director Nabatian filma La Habana con infinita ternura. Solo un pero, el exceso de imágenes contemplativas sin llegar a dominar la técnica para no aburrir al espectador, a pesar de las aceptables actuaciones del elenco: Yonah Acosta Gonzalez, Aki Yaghoubi, Evelyn Castroda O'Farrill, Julio Cesar Hong Oritz, y Ahlam Gholami.
Leonardo sale de Cuba para visitar a Nasim, pero la visita se convierte en una estancia prolongada. Leonardo sigue planeando llevar a Sara a Montreal, pero, por supuesto, Nasim no lo sabe. Mientras tanto, intenta entrar en varias compañías de danza y sigue siendo rechazado. Entonces consigue un trabajo a través de un amigo que conoce en una planta de envasado de carne. Su amigo le dice a Leonardo que puede conseguir que uno de sus amigos se case con Sara y la lleve a Canadá. Con el desgaste emocional que supone para todas las partes implicadas. Sin La Habana nos muestra este peaje en sus tres personajes centrales.
Además de dar un giro diferente a la típica historia de inmigrantes, la película de Nabatian tiene una fotografía y un montaje asombrosamente bellos. Hay escenas de prácticas espirituales cubanas superpuestas a los paseos solitarios de Leonardo por la metrópolis nevada que es Montreal.
El director nos muestra un entresijo de pasiones, ambiciones, insubordinación de bailarín con espíritu de estrella, el vudú, o el racismo para intentar hacer una narración verosímil de este bailarín que comienza su nueva vida lejos de lo que a la vez le hacía sentir bien y mal.
Al final de la película, te quedas con una sensación de esperanza, pero también te quedas preguntando cómo acabarán los tres en sus viajes. Es muy fácil dejarse envolver por el bello mundo musical de la danza, el amor y la angustia que es Sin La Habana. Si bien las escenas finales con ese filtro que distorsiona la imagen puede resultar excesivamente largo sin llegar a aportar mucho a la narrativa de la película, pero dejamos que este efecto óptico quiera decir que todo es un sueño en el que los protagonistas somos nosotros mismos.
Opinión: 2/5
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