Los hermosos vencidos. Málaga 2021
Guillermo (Guille) Magariños es un español (Tenerife) que tuvo la alegre idea de probar suerte con su futuro laboral en México, y consiguió lo que pretendía: estrenar su primera película como director. La financiación no es lo único que Guillermo a obtenido del país americano, también vemos esa maestría innata que tienen la gran mayoría de las cintas del país norteamericano, ejemplos pasados son "Y tu mamá también", "Amores perros", y más recentes "Nuevo orden", "Uzi" o "Nudo Mixteco", por nombrar un ejemplo de un nutrido grupo de cintas mexicanas que comienzan a ser un referente para el resto del cine mundial.
En este caso Guillermo toma lo sobrio, oscuro, seco de las secuencias de otras películas, para crear un drama absurdo y grotesco que, irónicamente, podríamos llegar a creer como real tratándose del país que se trata. Con una mezcla de imágenes sin aparente sentido, recreándose en el paisaje, haciéndonos olvidar los problemas de la vida mientras escuchamos una banda sonora que pareciera una ópera sacada de la película "Azul". Justo momentos antes o después de esta ópera, el director nos confronta con una acción extremadamente violenta, creando en el público la sensación de un estado donde la violencia es natural y hay que admitirla como parte de la vida y con la naturalidad de quien escucha una ópera.
Uno de los grandes valores de la obra es el sentido del humor, nadie podía asegurar que nos reiríamos en varias ocasiones con el hecho de llevar una cabeza humana en los asientos traseros, pero la maestría de Magariños nos hace sentirnos en tal consonancia con su cine que llegamos a ser condescendientes con todas las secuencias. Incluso con las de masturbación, que a ojos del espectador no llegan a ser forzadas sino una consecuencia lógica del estrés del protagonistas.
El estrés y el miedo son un constante en el cinta, llegando a transformarse en una sensación de tedio y vacío, donde las acciones no tienen ningún valor, los actos atroces parecen ser en vano, dejando a la vida en un mal lugar sin objetivos, donde lo que merece la pena es disfrutar el momento y del viaje. De hecho, la filosofía escondida de esta cinta es exactamente esa, el viaje de las personas en la vida, donde los objetivos que nos proponemos, tanto laborales, familiares, sexuales etc, pueden acabar de forma diferente a lo programada, llevando a la tumba lo vivido. Cuando los personajes interpretados de forma lapidariamente perfecta por Tania López y Diego Calva, deliberan sobre si el muerto habrá sido feliz, o si se merecía morir, están dando el ultimátum de que, si al menos fue feliz, aunque esté muerto, habrá merecido la pena.
Este co-guión escrito entre Guillermo y Silvia Jiménez, demuestra que una simple road-movie puede llegar a ser profunda, interesante, cruel, cómica, sin sensiblerías, con crítica a la nula corrupción de los policías presentes, exhibiendo una universalidad de lenguaje con un español de méxico que ha triunfado en el pase de prensa en España. La obra no muestra solo el absurdo de la vida en general, si no la nula utilidad de hacer el mal como asesinar y descuartizar a una persona. Para dar otro toque filosófico a la película se nos muestra cómo a veces lo sabio es estar corrompido y seguir la tendencia corrupta de una organización, mostrando que el ser honesto a veces te trae malas consecuencias. El director no parece tener ninguna pretensión moralista pero para el espectador queda claro que a veces sale más a cuenta ir en contra de la ley.
La fotografía, dirigida por Carlos de Miguel, no termina de situarnos en un México claro, podría ser un paisaje de Castilla, exceptuando varias secuencias donde las carreteras, los coches o las casas no son comunes en España. Los tonos grises de la cinta, junto con los protagonistas constantemente de negro con sus siluetas recortadas por el fondo, dan una plasticidad y dinamismo que hacen que la película sea muy facil de ver. Las cámaras fijas mostrando la dimensión de un enorme cartel de neumáticos "Continental" respecto a los protagonistas, o la brillantez de destacar el coche rojo en fondos grises, con una luz interior roja, junto con la crueldad de cortar la cabeza a un cadáver en donde no hace falta ver la sangre, ya que el coche y la luz nos dan una idea de esta sangre por todo el vehículo. Poesía dentro de la muerte, que Guillermo exhibe con destreza.
El viaje entre dos almas, no gemelas, pero con puntos en común como estar perdidos, hace que este viaje sin sentido tenga uno mínimamente digno, el de unir a los protagonistas. El director no deja claro que esta unión vaya a durar, continuando con el maravilloso sin sentido que quiere expresar todos los 76 minutos de la cinta. Esos 76 minutos son otras de las virtudes, sin rellenos innecesarios para llegar a los 90 minutos.
Opinión 4/5
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