Ha´berech (La rodilla de Ahed). Cannes 2021
Uno de los directores más esperados en el festival de Cannes, el israelita Nadav Lapid, quien presenta su película en la sección "Competición"
Tras su éxito con "Sinónimos" de 2019 con la que ganó el Oso de Oro en Berlín, el director dejó anonadados a todos con su estilo brutal de hacer cine.
Con "la rodilla de Ahed", el director retrata la vida de un director de cine (quien sospechosamente también tuvo éxito en el festival de Berlín). El director Y está interpretado por Avshalom Pollak, mientras que la encargada del ministerio de cultura sección bibliotecas, Yahalom, está interpretada por Nur Fibak.
Hay que reconocer que el director nos plasma una cinta donde es muy fácil perderse, y no llegar a encontrar por dónde va el hilo conductor, no ya solo por los constantes movimientos de la cámara si no por lo retorcido del guión. La cinta está envuelta de una tensión sexual constante, vista a través de las llamadas de candidatas a actrices, mensajes de mujeres casadas y sobre todo, una peculiar relación entre los protagonistas dónde sus bocas parecen que terminarán tocándose dejando al espectador con esa tensión tan básica que tanto aparece en las películas. Pero Lapid no es un director al uso, y su forma de grabar no podía ser tan obvia.
Mezclar los recuerdos del director mientras pasaba tiempo en la armada, con la actualidad, untandolo con los sentimientos de la reciente muerte de la madre, con un odio al poder establecido y a la censura, hacen de Ha´berech un cóctel difícil de tomar. Como ocurre con este tipo de películas complejas, requieren una reflexión, diálogo con compañeros, más reflexión, escuchar lo que quería decir el director con esta obra...y al final es posible sacar algo en claro.
La idea de la censura es el tema principal de esta obra, y más aún de una autocensura del propio país a sus ciudadanos, es decir, a sí mismo como país. El protagonista, Y, odia esta censura, tratándola con odio y tildándola de querer ocultar una violencia contra los árabes que desde hace tiempo impera en Israel. El momento de "verborrea orgásmica" es una de las secuencias legendarias que quedarán para el recuerdo de esta edición de Cannes. La ocultación y silenciación de las atrocidades del gobierno israelí, junto con la exaltación de lo nacionalista es de obligado cumplimiento en Israel, para evitar estar en una lista negra y que jamás se consiguan ayudas o se les llame para ningún acto público, condenando así al "no patriota" al olvido.
Curiosamente este tema está más de actualidad de lo que pensamos, en España mismamente con actores como Willy Toledo, quien según él, tuvo que exiliarse de España por su opiniones. Independientemente de la calidad del actor, o del posible rol de victimismo que cada uno tenga para con uno, Willy es verdad que tiene una trayectoria mágnifica y es posible que algo de travas tuviera, pese a ello rodó "El rey" con su amigo Alberto San Juan. ¿Quiere decir esto que existen las listas negras pero siempre hay resquicios para no desaparecer del todo?. Puede ser, también hay actores o directores sin ideas políticas definidas que pasan al olvido por culpa de la crisis, la mala suerte, etc, y no venden su papel de que han tenido que exiliarse de España para hacer cine, aceptando la mala racha y esperando que vengan mejores dadas. O no dando tiempo a la espera y convirtiéndose en directores, teniendo España últimamente una buenísima racha de geniales directores que por motivación, necesidad o casualidad se han transformado en directores de cine.
Más recientemente aún, está el caso de Toni Cantó quien dice que está censurado en Cataluña por sus ideas políticas, con varios actores como Dani Rovira diciendole que él (Rovira) no tiene ese problema. Igual no existe esa censura, o igual Dani Rovira no ha expresado las mismas ideas políticas que Cantó. Esto nos lleva a dos preguntas, la existencia o no de estas listas negras, y si la calidad de un cierto actor o director son suficientes para tumbar esta censura (en el caso de que haya una).
En el caso de la película de Lapid, el protagonista es un renegado de lo establecido, no intenta ninguna de las soluciones antes mencionadas, su única arma para la violencia que quiere silenciar esta censura es, curiosamente, usando más violencia. Como en las tragedias griegas en las que parece estar basada esta obra, la violencia es una constante en esta cinta. Incluso la tensión sexual entre ambos protagonistas se transforma en un violento diálogo, con violentas filtraciones que provocan un final violento y trágico.
La cinta nos muestra la hipocresía de algunas luchas para combatir la censura, muestra que la violencia con violencia no conduce a nada, más que a la destrucción de ambos combatientes. La magia de esta cinta es que de forma sutil nos vende el conflicto interno de Israel que tiene con cierta parte de la población arabe y los territorios de Palestina, donde sin decirlo nos muestra que esa violencia atroz del gobierno Israelí contestando las acciones violentas realizadas desde la franja de Gaza, no llevarán más que a la destrucción de todos.
Como en las tragedias épicas, un simple gesto hecho por la persona menos pensada, puede calmar la situación, y llevar a Israel y a los Palestinos a una paz duradera, lejos de la violencia. Pero aún hay que encontrar esa mano que acaricie la mejilla de los contrincantes diciendoles que son buenos.
Opinión: 3,5/5
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