Nebesa (Heavens Above). Locarno 2021
Dirigida y escrita por el serbio Srđan Dragojević, presente el la competición internacional de Locarno 2021.
Se agradecen este tipo de cintas contadas de forma ligera, para transmitirnos una idea profunda, en vez de una película profunda y aburrida para pasar un mensaje banal.
Dragojević mide bien los tiempos de asimilación del espectador y nos deja siempre los minutos exactos para que podamos comprender lo que estamos viendo, y antes de que se haga aburrido da un cambio de guión. Estos cambios de trama no parecen seguir una lógica aparente, hasta que comenzamos a cuadrar todas las ideas de la cinta y comprendemos lo que el director nos quiere contar.
La cinta empieza en los años 90, en un poblado pobre de un país comunista. La escasez es tal que cada vecino tiene una bombilla que tiene que trasladar de lugar para alumbrarse. En una de las ocasiones una descarga eléctrica hace que el protagonista Stojan, interpretado magníficamente por Goran Navojec, se convierta en santo, llevando una corona luminosa en su cabeza. Tras intentar quitarla con jabón, decide aceptarlo, y es que Stojan es un verdadero santo, no bebe, no fuma, habla con dulzura a su familia y amigos, no tiene envidia... Pero su mujer está convencida que la forma de quitar esa halo es haciendo que Stojan sea pecador, por lo que le incita a beber, a tener sexo con la vecina, a tener envida... El invento termina teniendo efectos colaterales impredecibles, lo que aprovecha el director para hacernos un repaso sobre la religión en un país profundamente ateo comunista. Este ateísmo no es tal, ya que consideran que Stojan es un diablo, y si creen en el diablo creen también en Dios, por lo que no son ateos, mostrando así una de las incongruencias de los países comunistas.
La historia se sigue desarrollando de una forma brutal, bestial, con violencia gratuita pero tratada con una plasticidad que parece más una caricatura que escenas reales, lo que se agradece para no terminar con el estómago revuelto.
A parte de la primera historia donde Stojan es el protagonista absoluto, hay otras dos, y con un modo narrativo que se asemeja a "La fiebre de Petrov" donde nos encontramos con distintas épocas, 2001 o 2026. Aquí vemos eventos fantásticos que se asemejan más a la ciencia ficción, con un exonerable paso del tiempo para unos, pero ningún cambio para lo divino, hasta que vemos que los 30 años acumulados golpean repentinamente a uno de los protagonistas.
En estas dos historias el director hace una crítica al snobismo y los nuevos ricos que aparecieron tras la caída del comunismo, el sin sentido de la ansitas de justicia desmesurada como la posibilidad de fusilar a un bebé, y la gran corrupción que campeaba en esos momentos en los países que venían del comunismo, donde algunos puestos de la nueva "democracia" eran dados a dedo para los más sanguinarios de los amigos.
La continua referencia al sonido de los primeros móviles es una constante en este segundo capítulo, haciendo que los que conocimos esa parte de la historia, nos volvemos nostálgicos viendo esos antiguos ladrillos Nokia. La música de los teléfonos es la que guía esta historia para que un nuevo santo sea creado en la figura de un bebe.
En la tercera historia se unen los dos santos anteriores con un nuevo milagro, la posibilidad de que el arte alimente no sólo las almas, sino las panzas. En el 2026 gran población pasaba hambre, y gracias a un milagro y 4 cuadros, la población puede comer. Esta divina parodia llega al extremo de mostrar cómo la ONU ha comprado uno de los cuadros para alimentar a los niños hambrientos de África. La pluma afilada de Dragojević se ríe descaradamente de las diferencias sociales, del snobismo visto en los nuevos ricos que parece que ven en pagar millonadas por una obra de arte, algo básico y necesario para su existencia como ricos, al igual que lo es comer para los pobres. Con esta locura de mostrar que el arte es alimento, el director nos saca del cine clásico de autor, aburrido y donde todo es real con cero imaginación. Aquí hay imaginación que lleva a la cinta a ser dinámica y de paso trasladar uno o varios mensajes que tendremos que descubrir entre tanta locura.
La desunión familiar, el trato de las personas esquizofrénicas, el empacho y despues vómito de ese alimento que es la pintura, terminando alegóricamente en una nueva pintura en el suelo de una sala, la apropiación de un bien como el arte por parte del estado corrupto al convertirse en algo valioso, un aire acondicionado en una iglesia pintado con los mismos colores que esa iglesia, y otros detalles, hacen de esta cinta una obra divertida, despierta, que mete el dedo en la llaga del desarraigo y los miedos a lo desconocido, para mostrar que ningún extremo es bueno.
Opinión: 4/5
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