Competencia oficial. Venecia 2020


Los dos directores argentinos, Mariano Cohn y Gastón Duprat, nos dejan con la boca abierta en esta cinta que habla sobre la rivalidad en la industria del cine, a concurso en Venecia 2021.

Sorprende que la rivalidad de la pantalla pueda surgir también detrás de ella, al ser una película dirigida a 4 manos, pero sea como fuere, el resultado ha encantado a todo el mundo.

Antonio Banderas (Felix Rivero) parece interpretarse a sí mismo, Oscar Martinez (Ivan Torres) también parece ser él mismo, y Penélope Cruz (Lola Cuevas) es una afamada directora, quien quizás podríamos comparar con Almodovar en la realidad.



Un empresario quiere quedar para la posteridad y la mejor idea que tiene es hacer una película, de gran presupuesto, para ello contrata a los dos actores de moda: Felix, famoso en el mundo entero por sus películas comerciales así como adinerado y Oscar, un maestro de teatro que odia los privilegios, actor de películas independientes y argentino. Los argentinos tienen una fama de geniales actores en España, fama bien ganada con sus repetitivas muestras de su buen hacer interpretativo. 

Jugando con la delgada línea de la realidad, los directores nos muestran el mundo del cine desde dentro, desde los derechos de autor de un libro a los egos de los diferentes actores. Lola llega a límites absurdos y muy divertidos para conseguir que los actores dejen a un lado su arrogancia e interpreten como ella quiere.

Felix actua para el público, como él dice, su forma de actuar no gusta a nadie excepto al público, dando de esta forma un golpe simbólico al cine de autor. Mientras que Oscar representa a los actores que no terminan de tener fama, culpando al público de no entender su forma de actuar, y valorando lo premios teatrales dónde está el verdadero arte. Vemos claramente la contraposición interesante del mundo del cine comercial y el independiente. Uno se vende por mucho dinero, mientras que el otro lo hace por poco, pero ambos están en el negocio por el dinero.



Los comentarios jugosos contra las películas comerciales, que embobecen al público son constantes, llegando a denominar los Oscars como un show donde invitan a veces a algún latino para darle un toque de color al certamen. Los personajes son caricaturas de lo que representan, con un comunista que pide respeto para la profesión, pero él mismo no respeta al público por ir a ver en masa a Felix. Pareciera que presenciamos una batalla entre capitalismo y comunismo, derecha e izquierda, clásico y moderno, siendo Felix y Oscar el yin y el yang de este binomio imposible de asociar. 

Como dice Lola en la rueda de prensa de la película, no todas las películas tienen una ideología, en esta no la vemos, no existe una tendencia clara de derechas, o izquierdas, o de otro tipo, siendo críticos con ambos puntos de vista de la vida. A veces en las películas la gente ve cosas que no están ahí adrede, frases como que es una película "necesaria" que defiende los derechos de estos o de los otros, son a veces cogidos por pinzas por periódicos que sí tienen una ideología y necesitan cualquier excusa para confirmar lo que defienden. 




Otro de las frases demoledoras de esta cinta, es saber  cuándo acaba una película, si es cuando aparecen los créditos, o cuando se deja de pensar en ella. Este tipo de reflexiones, bien con frases o bien con imágenes, nos provoca una reflexión obligada sobre la industria del cine.

Los planos de la película son en sí una obra maestra de plasticidad que pondríamos en un marco colgadas de casa sin dudarlo, imágenes potentes, impactantes, rompedoras, dinámicas, que nos dejan con los ojos y la boca abiertos. Ver a los protagonistas debajo de una piedra, a Lola hablar y escucharse a través de un tubo de aspiradora tirada en el suelo, ver a Felix hablar delante de una pantalla envolvente, los dos protagonistas envueltos en plástico, los sucesos con los premios,... todas estas secuencias parecen haber sido ideadas con escuadra y cartabón para dar profundidad, simetría...en definitiva, dar belleza. 



El trío de protagonistas es sobresaliente, siendo otros, no los relacionamos con los actores que son, pero al mismo tiempo se mofan de ellos mismos, por el acento argentino, el hablar o no inglés, etc. Esto lo hace humano y curiosamente ayuda al espectador a que se crea más a los personajes. Una característica de la obra es que no hay un exceso de personajes, son pocos pero bien combinados, pareciera una obra de teatro, consiguiendo transmitir excelentemente el mundo del cine, las dudas y miedos, el esfuerzo para preparar un guión y cómo llevarlo a cabo, "luchando" con las características e idiosincrasias de cada unos de los integrantes del proyecto: vestuario, dirección de foto, actores, etc. Esto deja en una minucia el esfuerzo hecho para asistir y presentar la cinta en un festival.


Una frescura tal que el dinamismo transpira por todos los poros de la cinta haciendo que la ovación al final del pase (sin directores en la sala) fuera de los largos.


Opinión: 4,3/5

 

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