La hija. San Sebastián 2021
Manuel Martín Cuenca es el director español que provoca en los espectadores más nervios junto con Sorogoyen. Su forma de hacer cine es meticuloso, cercano, creando empatía, y cuando ya nos tiene cerca, lanza su zarpazo de locura que nos deja descolocados. Ya lo hizo con sus exitosas "Caníbal" con Antonio de la Torre, o "El autor" con Javier Gutiérrez.
En "La hija" hay varios personajes importantes del cine español. Antes incluso de que empiece podemos ver la emotiva dedicatoria a José María Riba, periodista que difundió el cine español en particular y el hablado en español en general, por el mundo entero, principalmente en Francia siendo miembro de la Académie des Lumières, y otras instituciones. También figuras importantes dentro de la actuación como el experimentado y siempre eficiente Javier Gutiérrez, uniendo al pack a Patricia López Arnaiz, quien justifica sobradamente con su actuación el Goya obtenido en la pasada edición, por si quedaban dudas.
Cuando se juega sobre seguro todo sale bien, y en "La hija" se cumple, una historia que avanza lentamente como una serpiente, creándonos la misma tensión que el reptil acercándose a nosotros, reptando y moviéndose a los lados con unos giros de guion imprevisibles pero que tras analizarlos, tienen una lógica apabullante. Eso es lo que hace Cuenca, meterse en nuestro cerebro para hacernos pensar que todo tiene sentido, y cuando los acontecimientos se vuelven delirantes cuando contamos la película a otros, para los espectadores todo sigue su única línea argumental posible. Estamos "encuencados" siguiendo la palabra y obra de este profeta del suspense, que de haber nacido en Estados Unidos y llamarse Watershed, ya habría reventado las taquillas de los cines mundiales varias veces.
Sutileza es una de las armas para vendernos a Javier, un educador de un centro de menores, que pretende ayudar a Irene a escaparse del centro. Irene está embarazada a sus 15 años, y el pacto es que cuando dé a luz, el bebé será para Javier (Javier Gutiérrez) y su mujer Adela (una increíble Patricia López Arnaiz), a cambio de ayudarla a escapar y darla dinero.
La fotografía corre a cargo de Marc Gómez del Moral deleitándonos con paisajes que quitan el hipo grabados en la Sierra de Segura, cerca de Santiago-Pontones. La lógica de no tener señal de móvil en un paraje como esté nos crea una ansiedad suplementaria que otras películas arreglan con excusas tan básicas como robo de móvil, quedarse sin batería, etc. Aquí no hay excusas, no hay señal porque la casa de Javier y Adela está perdida en la sierra.
Utilizando como excusa el embarazo de una menor con problemas familiares, cuyo novio está en la cárcel, el guion nos hace reflexionar sobre la obsesión en lo que se puede convertir ser madre, las diferencias de clases "necesarias" para poder tener un hijo, o los problemas sin solución para las parejas que no son fértiles para tener un hijo.
Con frases como "no cariño, la llevas dentro, eso no es ser madre", que denotan una arrogancia clasista despreciable de superioridad y cuyo inicio de la frase nos recuerda sospechosamente a la rabiosa actualidad política, intuimos que el bebé a pasado a ser un elemento de mercancía. Los debates que podrían salir de aquí son el de "Gestación Subrogada", es decir, un vientre de alquiler que pudiera gestar el bebe que Adela no es capaz con Javier. ¿Estaríamos hablando de está película si una ley como la que tienen Portugal, Grecia, Reino Unido, Bélgica o Países Bajos existiera en España?. Al igual que ocurre con casos como la fecundación in vitro que está prohibida en Francia para personas que no desean tener sexo con hombres, dejando fuera a las lesbianas o heterosexuales que no quieren (no que no puedan) tener sexo con un hombre. Una ley que hace meses por fin pasó al senado para ser votada. La emigración de mujeres francesas a Portugal o España, donde esto sí es legal, recuerda a las mujeres españolas que iban a Londres a abortar en los 60.
La discusión sobre la idoneidad de una ley sobre la gestación subrogada es algo implícito en la cinta, donde vemos que la clase media tienen que optar por "ideas de bombero" para tener un hijo, mientras que los ricos como ciertos futbolistas, se pueden permitir pagar los tramites en otros países, llegando a la misma fotografía que en los años 60 españoles con el aborto, la que no tenía medios abortaba como podía, en ocasiones también con malas ideas. Esta idea de bombero es la que es brillante en la ficción de "La hija" creando un sub-debate sobre la maternidad y el derecho natural a una madre y un padre a pelear por su hijo, hasta el extremo de convertirse en un Rambo.
Con una realización prodigiosa fomentando los sentidos visuales y auditivos, Cuenca crea una divina tensión durante los 122 minutos de la cinta, con las escenas de los perros dándose un festín, o del policía rodeando la casa mientras se escuchan ruidos que no son claros, como cúspide de esta gran obra que consigue su objetivo, que lo pasemos mal y disfrutemos de ello.
Opinión: 4/5
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