Seis días corrientes. Seminci 2021


Este experimento podría haber sido una catástrofe para los productores pero el buen saber de los implicados en el proyecto ha hecho que el experimento haya sido todo un éxito para los productores y sobre todo para el público, que disfruta sí o sí, de esta obra "hecha por gente de la calle para gente de la calle" en palabras de Valero.



Valero Escolar hace el papel de Valero, un fontanero que trabaja con Pep (Pep Sarrà) y  con otro fontanero que acaban de contratar, Mohamed (o sorpresa, el nombre del actor es: Mohamed Mellali). El que los nombres de los personajes  sean igual al nombre de los intérpretes, ya dice mucho de la película, y todo cosas buenas, entre ellas una falta absoluta de pretensiones. ¿Para qué "edulcorar" un guión con nombres falsos?. Su directora Neus Ballús ha sabido ver el fuerte de estos tres trabajadores de la fontanería, y a lo Manolo y Benito de manos a la obra, con humor van mostrando una cruda realidad social y psicológica.


Valero, el fontanero que se equivocó de profesión

Los actores no son actores, dos son fontaneros y Pep estaba jubilado, cuando Neus fue a buscarles. La impresionante actuación de Valerio Escolar mete en un aprieto el proyecto de documental, dando a toda la obra un toque tan profesional de ficción que el espectador duda de si lo que está viendo es un documental ficcionado, un documental dramatizado, una ficción documentada, una ficción teatralizada... vamos, que lo que el espectador está viendo es algo bueno, muy bueno y difícil de definir. Lo diferente gusta por el efecto sorpresa, y a decir verdad últimamente el cine está lleno de dramas que tocan básicamente los mismos palos. Al ver algo diferente, que no es "experimental", el público disfruta. 



Diferente son los golpes de humor sobre aspectos como el racismo que supuestamente tienen las personas mayores, mientras vemos como un anciano educa en alimentación a Mohamed, el hombre (marroquí ?) de la película. Los constantes chascarrillos de Valero, confrontados a una más que sobriedad de Pep, hacen que los temas calen profundamente en la conciencia de quien lo está viendo. Es fácil empatizar con los problemas de sobrepeso de Valerio, esa hucha al subir la escalera es memorable, al igual que los torreznos que se come en el bar. La vergüenza que pasa por admitir que el traje no le cabe, confrontado con el cuerpo de dios del olimpo que tiene Mohamed, hace que broten en él unos celos incontrolados. 


Pep el jubilado

Pep por su parte solo piensa en jubilarse, la pelea que tiene por el mal trabajo hecho por unos "paletas" o albañiles, provoca una de las situaciones más divertidas de la cinta. Y es gracias a este cúmulo de escenas que nos hacemos una idea fiel de los personajes, es gracias a momentos íntimos de Pep en su caravana, cuando nos damos cuenta de la importancia que tiene para él el tiempo libre y las ilusiones de viajar que va a cumplir. Se agradece que en ningún momento Pep dijera alguna frase en la que te resumiera exactamente lo que quiere hacer, cual película de superhéroes describiendo el pasado de bueno o el malo de la cinta...



Moja el sex-simbol

Mohamed es el nuevo, aprendiendo catalán para integrarse en Barcelona, pero con compañeros de piso que aparentemente son de su mismo país, que le "pinchan" y se mofan de él por querer integrarse. Ellos están más cómodos sentados en el sofá, viendo un partido de fútbol, lo que parece indicar una relación con respecto a la cultura del esfuerzo. Para qué esforzarse si: o bien no se obtendrá nada porque el país donde se vive es racista, o bien uno ya tiene lo suficiente con el mínimo esfuerzo. Al igual que en "Una historia de amor y deseo" cuando la profesora reprocha la facilidad para culpar a otros del fracaso propio, en "Seis días corrientes" los compañeros de Mohamed o Moja, tiene asumido que no sirve de nada intentar superarse. Y al igual que a la película a la que acabo de hacer referencia, en esta se humilla al inmigrante que quiere integrarse, asimilando el tener una vida parecida a la de los locales como una traición y una deshonra. 

Una cinta con humor de verdad, del bueno, loco, con persianas descontroladas que suben y bajan, mientras múltiples robots aspiradores bailan por la casa y el jardín. Donde una taladradora puede convertir a un fontanero en sex-simbol, o un psicólogo, argentino para más inri, no puede dejar de trabajar ni durante 15 minutos de espera. Una obra colosal, con un final a la altura, sin grandes lujos, pero que como el buen pan recién hecho se come con sumo gusto.


Opinión: 4/5


Sandra (SEMINCI), Valero, Neus, Moja, 
Pep, Miriam Porté (productora)

Valero y Pep

Valero







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