Concerned citizen. BERLINALE 2022
Con "Concerned citizen" o "Ciudadano preocupado", el director israelí Idan Haguel consigue hacer una obra redonda, con gran sutileza, en su participación en la sección Panorama de la Berlinale 2022.
Como un barco que se balancea de un lado a otro por la fuerza del oleaje, así dirige de forma maestra este director la cinta, moviendo al espectador a pensar de una forma, para acto seguido mostrarles algo completamente opuesto.
Con la inmigración como eje central del guión, la cinta de 77 minutos difumina esta temática en multitud de otras, haciendo que todas muestran la importancia de la inmigración no ya sólo en Israel, sino a nivel global.
Ben (Shlomi Bertonov) y su pareja Raz (Ariel Wolf) viven en Neve Sha'anan, un barrio de inmigrantes en el sur de Tel Aviv. Ellos son clase media que tras reformar su piso, confían en que el barrio se revalorice en un proceso de aburguesamiento (gentrificación). No podemos olvidar que Ben ha plantado un árbol frente a su casa, convirtiéndose en otro protagonista que inicia y finaliza la película.
La pareja disfruta de una vida ordenada, con robot que limpia, bebidas sanas, gimnasio, fiestas en la gay pride de Tel Aviv...todo parece perfecto. Para culminar la felicidad entre ambos se embarcan en buscar una donante de óvulos y una gestación subrogada (vientre de alquiler).
Un día Ben ve desde la ventana como unos policías le dan una paliza a un inmigrante eritreo. Este incidente hace saltar la válvula a presión que esta película esconde, haciendo que los primeros 15 minutos de la cinta parezcan de Disney mientras que el resto es un cocktet de dinamismo, tensión, intriga, angustia, empatía, reivindicación, terapia de parejas e incluso una eyaculación excesivamente larga en la que el director parece haberse explayado.
Vientres de alquiler
Los planteamientos paradójicos sobre los vientres de alquiler son constantes, dejando abiertas todas las opiniones. Con el filtro de la inmigración presente, parece que la pareja de clase media de un país del primer mundo aprovecha los recursos de los países pobres hasta el límite de utilizar a sus mujeres para que gesten en su vientre un niño que será para ellos. Por otra parte, las parejas de personas gays no parecen tener otra forma de ser padres, llegando a plantear el privilegio que tienen las mujeres por poder quedarse embarazadas, haciendo que Raz deseara poder tener esa suerte. Un planteamiento novedoso que deja sorprendidos incluso a parte de los personajes de la secuencia.
Racismo
Ver un barrio de inmigrantes desde el prisma de una pareja de clase media gay hace que se puedan caer en estereotipos de racismo, falta de inserción o asimilación de la cultura. La realidad es que el director no se posiciona claramente mostrando ambos extremos, desde la falta de civismo de los vecinos que vienen a Israel buscando un mejor trabajo, al de los israelíes que tratan sin respeto a esos mismo inmigrantes en todo tipo de situaciones, desde las advertencias de la policía a una conversación en un gimnasio.
El protagonista tiene tal culpabilidad que duda entre no mirar la situación de los inmigrantes y huir del barrio, para no sufrir por las injusticias, o afrontarlas e intentar interaccionar con su entorno. Ninguna de las soluciones son fáciles. El hecho de que su futuro vientre de alquiler sea el de una mujer que tendría el perfil de inmigrante en Israel, hace que Ben se de cuenta de la relación intrínseca que hay entre todos los ciudadanos.
Fiel al estilo del director de confrontar la misma idea desde puntos de vista opuestos, el guión muestra el intercambio de papeles cuando se escucha el testimonio de una judía inmigrante en Francia, quien considera a París antisemita, señalando aparentemente que el racismo no es único de una clase social, cultura o etnia.
Violencia policial
Es clara la relación que se hace en el guión respecto a la violencia policial contra la ciudadanía y más particularmente contra los inmigrantes. Los límites de las actividades mafiosas de las fuerzas del orden por proteger a sus agentes, ponen nervioso al protagonista y al público, con una tensión que crece progresivamente hasta el desenlace final del film, creando un dinamismo y tensión que sin ser una película de acción, dejan al espectador inmóvil durante toda la proyección.
Una gran obra donde se mezclan sutilmente y con naturalidad distintos temas aparentemente sin paralelismos entre ellos (pareja gay que quiere ser padres, inmigración, racismo, violencia policial, viajes al Sinaí, aburguesamiento de barrios...) Todas estas temáticas consiguen cuajar en manos de Haguel, donde curiosamente vemos muchos parecidos al cortometraje también israelí "Ayn Levana (ojo blanco)" de Tomer Shushan quien muestra los prejuicios contra los inmigrantes, y la bici permanente en el salon de Ben parece recordar a la de "Ayn Levana".
Opinión: 4,2/5
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