EO. CANNES 2022
Jerzy Skolimowski es el director polaco que ha metido un burro en Cannes, literal. Su obra, en competición, nos ha dejado enamoradamente sorprendidos, al darnos cuenta que la mirada de una cámara puede encontrarse con la de un burro, y crear poesía.
El burro EO
La sorpresa, el deseo, el miedo, la estupefacción, la alegría, el sufrimiento... Es transmitido por un burro, sorprendiendo que para ello no frunza ceños ni cree sobreactuaciones, relativamente habitual entre los actores humanos. El burro EO es un burro dirigido de forma formidable por un director que es toda una institución de 84 años con premios conseguidos en Berlín, Venecia, Cannes, Seminci...
La historia se centra en EO, dejando a los humanos en un segundo plano, llegando a ser devorados unos por otros, sin considerar el daño irreparable que causan cuando piden derechos para los animales. El privar a una familia que vive de un circo de animales, siendo su sustento, no parece importar a los que protestan, cuyo sustento será, probablemente, trabajar desde una oficina con un ordenador fabricados con materiales extraídos de una mina de un país africano, por niños en una casi exclavitud. La repugnante hipocresía está presente en esta obra, llena de buenismo, donde se quiere ayudar a liberar a un animal consiguiendo que pase de ser explotado en un sitio, a serlo en otro.
Belleza de burro y maldad humana
La aparente belleza de la forma de ser del burro, cuyo aspecto llegamos a coger cariño, hace visible la maldad en algunos seres humanos. La caridad también tiene cabida, pero es retratada por personas que parecen tener algún problema social, como el anarquista de los animales que aparece en la cinta.
Con una serie de sucesos trágicos, el director nos va trasladando por diferentes episodios de la vida de EO, pareciendo más bien un aventurero que un animal de granja. El humor juega un papel importante, como debería de ser en la mayoría de las películas. Aquí el humor aparece cuando vemos las reacciones o el comportamiento del animal. El encontrar el sentido del humor en todos los aspectos de la vida, incluida la de un animal, indica inteligencia por parte del director, quien sabe que todo entra mejor con risas.
La incomprensión de EO por ciertos comportamientos de los humanos, parece ser compartido por los espectadores, quienes no podemos llegar a creer la crueldad con la que llegan a reaccionar algunos personajes. El director se da la licencia de dejar abierto los mitivos de una muerte o de un incesto.
El dinamismo en la imagen es algo espectacular, sin tener miedo a ser criticado por usar ópticas de ojos de pez, poner fondos borrosos, seguir el movimiento de un molino sobre un cielo rojo, o usar un sonido conceptual. La plasticidad de las imágenes hace que nos alejemos del concepto de documental, creando verdaderamente una obra de ficción en toda regla.
Aún seguimos preguntándonos qué hacía Isabelle Huppert en la obra.
Opinión: 4,4/5
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