L´Envol. CANNES 2022
Con "L´Envol" la Quincena de los realizadores vuelve a hacernos dudar si no deberíasmos prestar más atención a esta sección paralela, que podría rivalizar en muchos títulos con la oficial.
Es el caso de la última cinta del sorprendente director italiano Pietro Marcello. Su última película "Martin Eden" gustó mucho entre los críticos, con una crítica social dentro del marco de los movimientos sociales de hace un siglo.
De nuevo una história de inicios del siglo XX
En esta nueva obra, que se inicia encadenando el final de la primera guerra mundial, el protagonista Raphaël (un inmenso Raphaël Thiéry) vuelve a la casa de su mujer muerta encontrándose con su hija nacida en su ausencia Juliette (Geneviève Brisac).
Parte de la belleza de esta obra es ver el paso del tiempo, contado con soltura, sin excesivos detalles, dejando al espectador que cree su propio universo. Los lazos que se van formando entre el padre y la hija son sutiles, con pequeñas muestras, toscas en ocasiones, de afecto que consiguen transmitir el amor que se procesan.
Marcello utiliza una forma peculiar de grabar, sin límites, utilizando pájaros animados, o escenas de musical en una película de época, imágenes reales de la primera guerra mundial, zooms,... una serie de rupturas con lo clásico que se hace deseable. La valentía en utilizar los medios básicos para transmitir, contrasta con el gran presupuesto que parece tener la cinta: trenes de época, coches, vestuario, un avión... La elegancia en mostrar pequeños detalles de este despliegue se agradece, ya que no parecen estar haciendo gala del gran presupuesto, sino filmando lo que necesitan para contar su historia.
La confirmación de un actor
La figura de Raphaël necesitaría un estudio aparte, un hombre tosco en el exterior, pero culto en el interior. Raphaël tiene una fisonomía característica, que hace que sus penetrantes ojos parezcan constantemente asustados, de nuevo la contradicción entre hombre grande pero frágil. Con una espíritu humanista, de artista incomprendido en esa época y en esa aldea. Su hija ha heredado ese sexto sentido por el arte, o lo exotérico, con continuos cantos o ayudando a los animales del bosque. Un canto que parece ser de libertad, para escapar de allí, de la opresión de un mundo cerrado a lo diferente como puede ser una joven soltera.
La confrontación constante con miembros de la comunidad hace pensar en la miseria del espíritu humano en ocasiones, culpando a una persona que ha expuesto su vida en una guerra y que ha perdido a su mujer en circunstancias trágicas. Si bien en ciertos momentos el guión peque de básico al caricaturizar a los malos como muy malos, la verdad es que son las menos veces, dejando en general mano libre para la imaginación del director, que no parece atarse por ningún parámetro académico.
Pietro nos propone un viaje que a cada escena nos puede descolocar, pero que en su conjunto tiene una solidez brutal, como las manos reales de Raphaël Thiéry, quien deslumbra en esta película, siendo él la estrella dejando lejos a otro de los personajes secundarios interpretado por el multifacético Louis Garrel.
Opinión: 4,4/5
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