Mi país imaginario. CANNES 2022
Entender problemas globales explicando uno local, es una de las mayores magias y más complicadas técnicas, que un cineasta puede conseguir.
De lo local a lo global
Patricio Guzmán es el maestro transformando lo local en un sentimiento global. Desde como hacer un repaso a su país, Chile, gracias a una gota de agua "El botón de Nacar", al sentimiento de añoranza de las raices de los exiliados usando las cordilleras de los Andes "La cordillera de los sueños", hasta la más reciente "Mi país imaginario" donde explica las revueltas sociales recientes en el mundo (chalecos amarillos franceses, "Black lives matter" de EEUU, movimientos feministas en Europa...) a traves de la "insurrección" que tuvo lugar en Chile, en el 2019.
Cannes tiene la suerte de proyectar su último trabajo en la sección de "Séances spéciales". Un recorrido que inicia en 1973, cuando el propio Guzmán experimentó en su propia piel el miedo a los militares en la calle, la violencia del estado contra la población, el odio a los dirigentes dictatoriales, o un parlamento cerrado que no tenía ninguna función.
1973 como 2019
Sorprende que la situación en 2019 sea tan similar a la de hace 50 años, donde los gobernantes no parecen hacerlo para favorecer al pueblo, declarándose la guerra de forma literal y usando las mismas armas que el 1973 contra ellos: la fuerza policial y militar desmedida.
La brecha entre el pueblo y los políticos es insalvable, siendo los primeros los que trabajan para los segundos, en vez de ser a la inversa, que parecería lo lógico.
El abuso de poder de una élite que dirige el país (Chile, pero bien podríamos hablar de cualquier otro) que no parece gobernar para mejorar las vidas de esos que les eligieron, sino, más bien, crean políticas que les puedan rendir réditos personales una vez que dejen el poder, o para mantenerse en el gobierno.
Guzmán cae en la cuenta de que los antiguos revolucionarios seguían ideologías políticas, mientras las actuales no. En la actualidad las ideas de la calle parecen ser fagotizadas por los oportunistas políticos de turno. Queda ver, si con los últimos movimientos electorales en el país andino, esto se confirma, o resulta que Chile es una excepción.
Dar vida a lo inerte
La bella calma de las imágenes que capta el director de objetos inertes, como piedras en la calle, transmiten un sentimiento de paz. El espectador termina poniendo vida, sentimiento y sentido a esa piedra, descubriendo el recorrido y la utilización de esa roca para conseguir hacer una revolución social.
El film está centrado en las mujeres y los movimientos feministas, que están relacionados con la creación de una nueva constitución (proceso constituyente) y la elección de un nuevo presidente. El odio al capitalismo-liberalismo, y las necesidades de tener un país que se preocupe más por las necesidades de los más necesitados, envuelven el discurso que recorre en varias secuencias la plaza Baquedano, o el Estadio Nacional.
Hacer sentir un lugar ajeno como familiar, es lo que logra el realizador, entre otros, utilizando localizaciones recurrentes. Como él mismo dice, con esa voz suya que también se convierte en familiar, el Estadio Nacional aparece en todos sus documentales. Es un sitio que representa el fin de una democracia, siendo también el inicio de una nueva. La versatilidad de los lugares muestra un mundo dinámico, que no permanece estático: una plaza puede reunir a un millón y medio de personas protestando contra los políticos, o la misma plaza puede acoger a miles de almas para recibir al nuevo presidente. El director quiere evocar que ni las leyes, ni los sistemas económicos, ni la forma de vida actual tiene porqué ser inamovible. La fuerza de la unión de la gente puede crear cambios increíbles. La música de Victor Jara, que está presente en la cinta, aportan una profundidad intensa conociendo dónde y cómo paso los últimos días el compositor chileno.
Chile desde Europa
Desde un punto de vista europeo e ingenuo, se ve a Chile como un país de éxito económico, comparado, al menos, con sus vecinos del norte. El documental ayuda, en gran parte, a mostrar que las necesidades no surgen de la comparación con otros países, sino de las ganas de mejorar las condiciones propias. Los próximos meses o años veremos si la revuelta social de 2019 tuvo el éxito con políticos dignos de ese título, o termina desapareciendo la ilusión, cambiando a unos incompetentes de una ideología por otros de ideología opuesta. Sea como fuera, alguno de los éxitos explicados son que la constitución se cambiará, y para bien o para mal, al menos los chilenos (80%) votaron por ella. Si sale mal, al menos será su culpa, no la de un dictador caprichoso.
Documental que hace pensar en la situación que cada uno de los espectadores tiene en sus países, y que ayuda a conocer lo que ocurrió y ocurre en Chile. Una perla sobresaliente en el océano de documentales, del que es quizás el documentalista en español más importante de la historia.
Opinión: 4,2/5
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