La fábrica de animales. FIPADOC 2023
Desde Estados Unidos, a Asia, pasando por Europa, todos queremos comer carne, y el sufrimiento de los animales que nos proporcionan esas proteínas, no parece ser tenido en cuenta.
Esta es la premisa, nada revolucionaria, del documental dirigido por Caroline du Saint y Damien Vercaemer. La revolución es la forma de mostrar los animales desde un punto de vista cosificado, como si fueran una pieza a fabricar, desde la delineación que se realiza con la silueta de una vaca o de un pollo, el espectador es transportado por medio del diseño y de varios países a un inframundo que no queremos ver.
De hecho, las imágenes más duras no son mostradas, creando aún más impacto por ser exactamente esa la excusa que, según el documental, no hace evolucionar los derechos de los animales. Si un sufrimiento no se ve, no existe, y la necesidad de proteínas sigue ahí.
Comer carne: un estatus social
Un poco delirante la idea que se expresa en el film, donde insinúan que las empresas de carne han "infectado" a países asiáticos, habitualmente vegetarianos, con las "ganas" de comer carne. Sin mostrar que la posibilidad de comer carne siempre ha estado ahí, aunque solo para los ricos. La gran producción de pollos, vacas y cerdos para consumo humano se debe a un enriquecimiento de las clases pobres en muchos países, que por fin tienen la oportunidad de probar algo que solo estaba permitido a unos pocos. La democratización de la alimentación, es decir, que todo el mundo puede comer lo mismo, independientemente de su estatus social o económico, no es algo que parece entrar en la ecuación en el film, y es una pena, porque pareciera que preferían cuando la mayoría de los países asiáticos eran pobres.
En la edad media y los inicios de la edad moderna, los reyes solían sufrir de "gota", es decir, exceso de carne en la alimentación, mientras que los pobres tenían una alimentación más "sana" a base de vegetales. El documental no propone el convertirse en vegetarianos, sino en el sufrimiento animal, aunque deja caer la idea de disminuir la cantidad de carne para que el trato a los animales sea mejor (sin dejar claro cómo).
Leyes
Las leyes europeas parecen una broma realizada con niños de párvulos, según el documental, en donde se pide un metro cuadrado para 20 pollos, para que tengan espacio para desplazarse, pero no dicen si los pollos deben tener 3 días ó 48, con lo que el espacio libre no sería el mismo. El resto de procesos, como la de mantener a los cerdos sin espacio para moverse, son cuestiones que deberían haber propuesto al vicepresidente de la comisión europea que aparece en el reportaje, así como el porqué no se aumenta dicho espacio o se crean leyes que mejoren la vida de estos animales.
Pareciera que interesa que las condiciones no mejoren para condicionar al público a que dejen de comer carne, dejando de nuevo ese privilegio a los ricos, a los reyes de la nueva era, que serían los políticos. Uno de los casos más sonados es el de un político español, ministro de consumo quien aboga por el cero consumo de carne, haciendo precisamente referencia al maltrato de las "granjas españolas" sobre los animales. El mismo ministro puso en su menú de bodas más de 200 chuletones. Aquí está el tufo a una obsesión de los políticos por que el "pueblo" no coma carne sin hacer, aparentemente, ninguna norma efectiva para mejorar las condiciones de vida de estos animales.
Un documental dinámico, con un guión que nos lleva por distintos puntos de vista, quizás estancado en exceso en la granja de cerdos, pero es comprensible al ser Francia y el documental rodado por dos franceses. Obra que puede verse en ARTE, la inteligente idea de Francia y Alemania convertida en canal de televisión.
Opinión: 4/5
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