Monster. CANNES 2023
Tener un cerebro de cerdo, o lo que quiere dar a entender el padre de uno de los protagonistas, es algo muy habitual en nuestra sociedad. Lo que no es tan normal es ver obras de arte tan maravillosas, tratando temas actuales con paradojas hiperbólicas que dejan al espectador descolocado.
El afamado director japonés Hirokazu Kore-Eda vuelve a ilusionar a los amantes del cine demostrando que la máxima es transmitir sin mostrar, usar la sutileza de regalar una zapatilla, mentir por miedo, abusar para no ser excluido,...
La falta de lógica es un ejemplo de una sociedad actual en donde lo importante es "salvar el culo", independientemente de si hay que mentir, acusar a otros con las culpas propias o pedir a tu hijo una supuesta corrección social que el padre, él mismo, no cumple al llegar borracho a casa.
El director muestra esta sociedad sombría enfrentándose a la alegría inocente de uno de los protagonistas, interpretado magistralmente por Hiiragi Hinata, a quien denominaremos "happy flower" en su mundo, un mundo de unicornios en el que es feliz, pero del que la sociedad intentan expulsar usando los viejos trucos de la humillación en el colegio o en la casa. El personaje de Hinata es uno de los más despreocupados y creíbles vistos en mucho tiempo llegando al sumun en la magnífica secuencia en la que sale al portal de su casa para decir la frase que nos hace darnos cuenta de que estamos viendo algo grande.
Tres historias entremezcladas con puntos en común, un incendio. Al igual que en "Nudo Mixteco" de la prometedora directora mexicana Ángeles Cruz, en "Monster" los puntos de vista toman rumbos diferentes, mostrando que la realidad no es la que es, sino la que cada uno de los individuos ve, existiendo múltiples. En un momento en el que ciertas dudas no se pueden tener por miedo a ser cancelados, el ejercicio del director japonés es precisamente ayudar a pensar, a imaginar los diferentes puntos de vista antes de juzgar y condenar a una persona al ostracismo más absoluto basados en el testimonio de una persona.
Miedo al ostracismo
La propia película cobra más valor al exponer una realidad callada en películas de otros países, en donde el pragmatismo de las pruebas no suponen absolutamente nada para ejercer el poder de dar un veredicto, donde los personajes buenos no mienten, y si lo hacen es por un motivo digno sin causar perjuicio a terceros. En esta cinta las consecuencias de la mentira, y lo que es quizás más grave en la cinta, las consecuencias de creerse esa mentira por ser lo más fácil de gestionar, tiene consecuencias nefastas. El espectador sabe su verdad, se ha visto forzado a reflexionar al tener los tres puntos de vista, mientras que en la sociedad actual, el juicio viene tras leer o escuchar unas cuantas palabras.
La preparación de actores parece haber sido concienzudo, ya que la simbiosis entre los dos niños que son los personajes principales es creíble y cada vez más profunda, los une una atracción que aunque se fuercen en rechazar, es tan fuerte que los hace volver a encontrarse. Obviando que no parecen tener horarios para estar en casa, los protagonistas nos llevan a un mundo loco, a un mundo en donde la cabeza se ve taladrada por las palpitaciones del corazón, haciendo que ese cerebro de cerdo se convierta en algo extraordinariamente bello.
Decadencia de las instituciones
La aparente inutilidad de las instituciones por aceptar su responsabilidad y tomar medidas basadas en clarificar qué ha pasado, nos hacen ver que lo importante no es dar un buen servicio sino mantenerse en el puesto, en la “poltrona” de directora del colegio, sin importar quién caiga, un marido, un profesor o la verdad. Una crítica cruda de hipocresía que con secuencias entre lo cómico y lo absurdo, que nos hace ver los muros de insensibilidad de lo que llamamos “instituciones".
Una cinta que acaba de pasar a formar parte de las imperdibles del 2023 y que con toda seguridad se llevará algún premio en la competición de Cannes 2023, o quizás EL premio.
Opinión: 4/5
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