The (ex)perience of love. La syndrome des amours passées. CANNES 2023
Rémy (Lazare Gousseau) y Sandra (Lucie Debay) no pueden concebir un bebé, su situación sexual tampoco pasa por un buen momento, aunque el amor queda intacto.
Libertad sexual
La brillante pareja de directores belga, Ann Sirot y Raphaël Balboni, consiguen llegar a la Semana de la Crítica de Cannes 2023 con una apología a la libertad, pinchando donde más duele, en la libertad sexual en las parejas.
Tras retratar los celos en una de sus anteriores películas “Lucha libre”, o intentando recuperar una relación del más profundo tedio en “With Thelma”, aquí se propone una apertura de mente que no existe en muchas de las películas puristas que se ven últimamente.
89 minutos de fantasía
La cinta comienza con la preparación de una cámara que toma fotos de la pareja. Tras 89 minutos la cinta termina de la misma forma. Entre tanto Rémy se ha desmelenado (a pesar de ser calvo) y Sandra ha mostrado a su pareja su abundante pasado sexual. Para crear más intriga a la cinta se utiliza el aura de un supuesto “sindrome del amor pasado”, descubierto en Estados Unidos, donde la imposibilidad de tener un bebe, es algo mecánico que debe arreglarse teniendo sexo con todas las parejas sexuales pasadas, para arreglar un trauma anterior que hará que la mujer pueda quedarse embarazada.
Rémy tiene 3 parejas sexuales pasadas, entre ellas su hermana. Sandra tiene una larga lista, entre ellos un chico gay.
A lo largo de la cinta se desgranan los tabúes que sobre la sexualidad existen. Por ejemplo, cómo los humanos, ante un ambiente sin vigilancia, somos nosotros mismos, como el caso del chico gay quien, una vez que se marchó lejos de los padres, pudo comprobar que le gustaban los hombres. Este personaje es tremendamente enriquecedor, ya que nos hace un símil entre la presión que ejerce Sandra por acostarse con él (“solo será un rato, y lo pasarás bien…”) a la misma que él ejerce con los hombres heteros, cuando les propone una felación aduciendo que cerrando los ojos sería como si se lo hiciera una chica. Este reconocimiento del fallo propio es algo a valorar como perla en el guión.
La cinta está repleta de estos pequeños diálogos que conforman un mensaje de sabiduría, sin dramones ni necesidad de fruncir el ceño, con humor, ironía, sana naturalidad y mucha imaginación.
Las bombillas del placer
El dinamismo imperante en toda la cinta lo vemos cuando en la lista hecha por la pareja, es decir, personas con las que tener sexo, aparecen unas bombillas que se van iluminando como si fuera mágia, a cada meta conseguida. Las tres de Rémy tardan mucho en encenderse, con sorpresas entre ellas.
Las de Sandra se van encendiendo a un buen ritmo, ella ocupa casi toda la pared con sus luces. Cada luz es un paso más para que ese ansiado mecanismo de la fertilidad se detone.
Como estamos acostumbrados con el cine Belga, las imágenes son sutiles, fantasiosas, uno tiene que interpretar lo que vé de la mejor forma para asentarlo sobre el molde proporcionado por los directores, sin que encaje ninguno perfectamente, con la tolerancia que obliga al espectador a poner de su parte para llenar el hueco.
Una obra que podría tratarse de “comedia” pero que es mucho más, es terapia con humor, una forma diferente de ver algo tan duro como la imposibilidad de tener hijos, como vimos en “Los niños de otros”. Aquí tenemos algo más que una buena película hablando de intercambio de parjeas, tener sexo con tu hermana, medio forzar a un chico gay a tenerlo con una mujer, o el engañar descaradamente a tu pareja para obtener lo que quieres y que él no te puede dar. En esta cinta aprendemos los puntos de vistas de cada uno de estos “actores”, comprendemos por qué han hecho lo que han hecho, y que nuestra percepción del mundo ha cambiado un poco tras estos maravillosos 89 minutos de comedia inteligente, sí, de comedia, viva la comedia.
Opinión: 4/5
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