Gargoyle Doyle. VENECIA 2023
La realidad virtual está aquí, ya llegó, y empieza a ser una parte fundamental del festival de cine de Venecia. Al igual que en Cannes su fuerte es la industria, aquí es la realidad aumentada.
Con la gárgola Doyle, el estadounidense Ethan Shaftel y su equipo de argentinos, han conseguido algo importante, crear una realidad en dos partes, una semireal, donde se puede ver el exterior a pesar de llevar las gafas y otra opaca, donde solo vemos a los personajes.
Video aquí.
En la semivirtual andamos por un espacio que parece un museo, apretando botones que nos explican para qué sirven los objetos o que eran las estatuas que de forma virtual tenemos delante de nosotros: una campana de hace 800 años, una pica para labrar la piedra y crear gárgolas, estatuas de aves...todo lo necesario para construir una iglesia o catedral.
Después nos sentamos, y todo lo que hemos visto antes cobra vida en una realidad opaca, no vemos más que los personajes a través de las gafas. Aquí la vida de dos gárgolas es contada desde su construcción hasta el momento presente.
El paso del tiempo para dos gárgolas
El humor y sobre todo el saber darnos una sensación creíble del paso del tiempo, nos hace tener vértigo, increíble pensar en esos 800 años, y cantando las horas a cada vez que la campana da la hora. O el escenario que hay alrededor de la iglesia, que impasiva ve pasar los acontecimientos durante cientos de años. En ocasiones le toca ser parte, como en la guerra de religiones en Francia, donde alguna gárgola sufrió algún percance, aunque en realidad eran figuras de santos lo que solían destruir.
La acertada forma estilosa de la iglesia y las estatuas, con cabezas enormes, nos hace sentirnos en un cómic, como si estuviéramos con Astérix y Obélix, eliminando esa molesta sensación de aparentar algo real que al final no lo es. Y es el dinamismo y el sentirse agusto dentro de una historia de 38 minutos, lo que consigue que lleguemos al final habiendo soltado varias carcajadas, habiendo aprendido y sobre todo con una sensación de haber sido tocados por las dos gárgolas protagonistas, cuya empatía o falta de ella les hace bastante cercanas.
Uno de los lujos que se pueden degustar en Venecia y totalmente recomendable para dar una mirada al pasado desde otra forma, más "inmersiva", más profunda, en donde la sensación de ser otra gárgola más es posible.
Opinión: 4/5
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