El surrealismo fantástico de David Lynch en Valladolid coincidiendo con SEMINCI 2024

Por: David Sánchez

Coincidiendo con la 69 SEMINCI, que empieza el 18 de octubre, se puede visitar también la exposición "El surrealismo fantástico de David Lynch", que estará abierta hasta el 9 de diciembre de 2024 en la Sala Municipal de Exposiciones de La Pasión, Valladolid (España), nos invita a sumergirnos en el universo de uno de los cineastas más misteriosos y enigmáticos de la contemporaneidad, con un extra a las 20h gracias al magnífico guía Daniel, que hace que entendamos a secas, o entendamos más lo que estamos viendo. A través de una amplia variedad de medios—como piezas audiovisuales, bandas sonoras, obra gráfica y experiencias inmersivas—los visitantes podrán adentrarse en la mente de Lynch, un creador que se mueve entre las artes plásticas, el cine y el diseño, desafiando las convenciones narrativas y visuales tradicionales.

Lynch, conocido por su aclamada serie Twin Peaks y películas como Eraserhead y Mulholland Drive, nunca ha seguido los cánones de lo convencional. Desde sus primeras incursiones en la pintura y la fotografía, su obra ha estado marcada por el rechazo a la narración lineal y a la búsqueda de la belleza tradicional. Su arte, más cercano al surrealismo y la subjetividad, nos invita a explorar los miedos, sueños y deseos ocultos del ser humano, elementos que predominan tanto en su cinematografía como en su obra gráfica.

La exposición en Valladolid refleja esta visión a través de diferentes "marcos" conceptuales. Lynch nos hace cuestionar la realidad y sus límites. En la vida cotidiana, estamos rodeados de marcos que nos proporcionan una visión "comprensible" de lo que nos rodea, ya sea a través de fotografías, pantallas o el propio cine. Sin embargo, Lynch nos reta a imaginar marcos donde las imágenes no se rigen por los patrones esperados, sino por el misterio, la subjetividad y lo incomprensible.

Un claro ejemplo de esta ruptura con la realidad convencional se encuentra en la representación de la famosa Logia Negra de Twin Peaks, un espacio transcendente habitado por fuerzas malévolas que desafían la comprensión lógica. Las cortinas rojas y el icónico patrón geométrico en el suelo no responden a una realidad física, sino a la interpretación subconsciente que hacemos de lo desconocido, un lugar alimentado por nuestros dolores y sufrimientos. Este espacio, donde el tiempo y el sentido se distorsionan, es una metáfora del universo artístico de Lynch.


Foto: Diane Arbus

Otro aspecto clave de la exposición es el uso del surrealismo en su obra pictórica, en particular en la serie Woman (2007), donde Lynch retrata figuras femeninas extrañas y perturbadoras en escenarios que evocan lo siniestro. Estas obras encuentran su inspiración en su propia vida y en influencias artísticas como el trabajo del pintor Francis Bacon y la fotógrafa Diane Arbus. Bacon, conocido por su retrato de lo grotesco y lo desolador, ha sido una fuente fundamental en la obra de Lynch, quien comparte su fascinación por lo sórdido y la representación de los aspectos más oscuros del ser humano.

La exposición también rinde homenaje a los artistas que, al igual que Lynch, han explorado el surrealismo a través de medios audiovisuales. La influencia del fotógrafo y cineasta Man Ray, pionero en la técnica de los rayogramas, es evidente en la obra de Lynch. Man Ray utilizaba objetos cotidianos para crear imágenes abstractas que desafiaban la lógica visual, un enfoque que resuena en la visión artística de Lynch, donde lo aparentemente normal se transforma en algo profundamente inquietante y surreal.

La experiencia inmersiva que ofrece la exposición no se limita a la mera observación pasiva. Al igual que en un "tren de la bruja" (una referencia a las atracciones de feria donde el visitante es sorprendido por lo inesperado), los asistentes se ven envueltos en un viaje sensorial que desorienta y fascina a partes iguales. La música, las luces y las imágenes, cuidadosamente seleccionadas, contribuyen a crear una atmósfera donde lo onírico y lo real se confunden, generando una experiencia artística única.

Lynch propone una forma diferente de experimentar el arte. En lugar de centrarse en la representación de la realidad tal como la conocemos, su enfoque explora el subconsciente, los sueños y los miedos. Su obra se desarrolla en un espacio donde las reglas tradicionales de la lógica y la belleza no tienen cabida. Nos invita a entrar en marcos donde las imágenes no buscan describir o narrar, sino despertar sensaciones, dejar que el espectador proyecte su propia subjetividad en el arte.

El uso del color en la obra de Lynch también es significativo. Para él, en pintura los colores naturales son aburridos, ya que se asocian a la descripción realista. En su lugar, utiliza colores más vibrantes y extraños para crear un ambiente misterioso y desafiar al espectador. No se trata de comprender la obra, sino de conectar con ella en un nivel subconsciente.

 Desde sus días en el Instituto Americano de Cine en Los Ángeles (1972-1977), Lynch comenzó a desarrollar un estilo que, más que contar historias convencionales, exploraba las emociones a través de imágenes surreales y perturbadoras. En su primera película, Eraserhead (1977), no solo dirigió, sino que también fue responsable de la banda sonora y los efectos de sonido. Esta obra, profundamente influenciada por su miedo a convertirse en padre, es un ejemplo de cómo Lynch canaliza sus temores en sus largometrajes.

Eraserhead cuenta la historia de Henry y su pareja Mary, quienes tienen un bebé deformado que parece más un monstruo que un ser humano. Esta criatura refleja los propios temores de Lynch respecto a los problemas de salud que podría enfrentar su hija Jennifer. La película está repleta de imágenes inquietantes, como una escena donde Henry sueña que su cabeza es convertida en gomas de borrar, lo que da título a la película. La narración de Eraserhead es fragmentada, priorizando lo visual sobre la lógica secuencial, lo que provoca en el espectador una sensación de extrañeza.

Lynch continuó explorando lo insólito en su siguiente película, The Elephant Man (1980), basada en la vida real de Joseph Merrick, un hombre con severas deformidades que vivió en la Inglaterra victoriana. Aunque esta película tiene una narrativa más lineal, Lynch sigue explorando el misterio de lo "anormal" y la dualidad de la sociedad: por un lado, el científico que trata de salvar a Merrick, y por otro, la brutalidad de aquellos que lo ven como una curiosidad de circo. La película también indaga en el miedo humano a lo desconocido y el deseo de normalizar lo que es diferente.

En Dune (1984), Lynch se adentró en la ciencia ficción con la adaptación de la novela de Frank Herbert. Aquí combinó elementos estéticos dispares, como la arquitectura victoriana con influencias orientales, creando un universo visualmente fascinante y extraño. La trama de Dune trata sobre casas nobiliarias que luchan por el control de un planeta desértico que produce la especia melange, esencial para el viaje espacial. Al igual que en sus otras películas, Lynch utiliza imágenes surrealistas, como los gigantescos gusanos de arena, para crear una atmósfera que desafía las convenciones narrativas.


Lynch se inspira en diversas formas de arte, desde la pintura y la fotografía hasta la literatura. Entre sus influencias literarias destacan autores como Edgar Allan Poe y Robert Louis Stevenson, pero su historia corta favorita es "La metamorfosis" de Franz Kafka, en la que el protagonista, Gregor Samsa, se despierta convertido en un insecto. Este cambio radical tiene consecuencias sociales y familiares devastadoras, y Lynch retoma este tipo de transformación en sus propias películas, explorando cómo los personajes se despojan de su identidad para convertirse en algo totalmente distinto.

En películas como Mulholland Drive y Carretera perdida, Lynch no sigue una narración lineal tradicional. Al contrario, presenta historias fragmentadas que parecen desarrollarse de forma independiente, hasta que, de manera extraña, terminan entrelazándose. En estos filmes, los personajes se metamorfosean, interpretando dos roles completamente diferentes dentro de la misma película. Esta dualidad refleja una evolución compleja y misteriosa que desafía la lógica.

Por ejemplo, en Mulholland Drive (2001), la protagonista, inicialmente una chica morena que ha perdido la memoria tras un accidente de tráfico, se transforma en otro personaje. A medida que la trama avanza, las identidades de los personajes cambian radicalmente. El uso de elementos surrealistas, como una llave y una caja azul, subraya esta transformación. Los personajes desaparecen y reaparecen bajo nuevas formas, y lo que parecía una historia coherente se disuelve en un misterio insondable.

Carretera perdida (1997) también juega con la metamorfosis. El personaje principal, Fred, un saxofonista acusado de matar a su esposa, se convierte en otro hombre, Pete, dentro de una prisión, sin explicación aparente. Los personajes cambian de identidad, pero conservan las mismas características físicas, lo que refuerza la idea de Lynch de que la identidad es fluida y puede cambiar radicalmente sin previo aviso.

Lynch, a través de estas transformaciones, explora lo misterioso y lo absurdo, desafiando la lógica y rompiendo con las narrativas convencionales. Para Lynch, lo surrealista y lo ilógico son tan parte de la vida como cualquier otra cosa, y por ello, forman parte de su cine. La metamorfosis, tanto física como psicológica, es central en su obra, creando un universo donde lo extraño es la norma y lo predecible es aburrido.


Fuente: visita guiada

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