Pensar el Cine: La Mañana del Cortometraje Español (Sesión 2)
Segunda sesión de “Pensar el Cine” en Seminci, titulada La Mañana del Cortometraje Español, con cineastas españoles del mundo del cortometraje. Eduard Fernández, Alex Sardà, Anna Solanas, Marc Riba y Lucía Forner se reunieron para discutir sus producciones y la evolución del cortometraje en España. Moderada por José Cabrera, la charla se centró en los procesos creativos y las temáticas de los cortos en competencia.
La sesión comenzó con Anna Solanas y Marc Riba, creadores de Mater Benefactor, un cortometraje que retrata el oscuro fenómeno del robo de bebés en España, una práctica que se prolongó hasta la década de 1980. Marc explicó cómo esta historia surge de una necesidad de explorar temas históricos a través de una técnica artesanal de animación en stop-motion. “Nos gusta mucho jugar con la técnica de los muñecos, trabajando de una manera muy artesanal y clásica, y también con las temáticas, porque creemos que el cine de animación no es solo para entretenimiento infantil, sino una herramienta para denunciar y crear malestar en el espectador”, explicó Riba.
Solanas y Riba compartieron que su trayectoria ha sido extensa y fructífera, participando en numerosos festivales internacionales. “Llevamos más de veinte años en el mundo del cortometraje, y hemos estado en más de mil festivales. Nos motiva que el corto, en la animación, sea el medio en sí mismo, no una plataforma para llegar al largometraje”, comentó Riba.
Anna añadió que su objetivo con Mater Benefactor era construir una narrativa sobre la moralidad y las luchas internas de una monja involucrada en este sistema de robos, un tema que no solo es oscuro sino también muy real. "Es una crítica a ciertos aspectos de la religión católica y a algunas acciones dentro de la Iglesia, que tuvieron lugar durante décadas en España”, dijo Solanas, y agregó: “queríamos retratar algo crudo y deformado poéticamente, mostrando la mente de la monja y sus luchas internas."
Alex Sardà también compartió detalles sobre su cortometraje El príncep, donde explora los conflictos de familia y la corrupción en un retrato cercano de la realidad. “Quisimos continuar la estela de las masculinidades contemporáneas y entrar en el juego entre la autoficción, el documental y la ficción pura", dijo Sardà. Su corto examina cómo un protagonista ajeno a la corrupción de su familia debe enfrentarse a estas verdades en un entorno de confrontación y cuestionamiento. “Es interesante cómo el concepto de familia y corrupción se entrelaza, porque parece que hay dinámicas ocultas que suelen ignorarse, pero al final uno debe hacer las cuentas y enfrentarse a ello”, reflexionó el cineasta.
Lucía Forner, por su parte, presentó Berta un cortometraje de género que ella misma describió como una “revenge movie”, una historia de venganza que desafía las normas habituales. La protagonista, Nerea Barros, interpreta un papel en el que se muestra el impacto de la violencia desde una perspectiva distinta. “Siempre he consumido cine y muchas veces, en el género de terror, el punto de vista de la violación está desde la mirada del hombre, aunque la víctima sea una mujer. Es algo que he visto desde pequeña y quería abordar la historia desde una mirada femenina, mostrando más el aspecto de la venganza que el acto en sí”, comentó Forner. Para ella, su objetivo era claro: "Yo quería que el espectador se sintiera incómodo, sin el goce que muchas películas de este tipo suelen mostrar en las escenas de violación.”
El director Eduard Fernández habló sobre su experiencia en la realización de El otro, su cortometraje psicológico en el que también actuó. Destacó la sencillez de coordinar a los actores, mencionando que pudo contar con amigos en lugar de contratar a actores profesionales. A pesar de su inexperiencia como actor, se sintió cómodo en el entorno del cine gracias a su pasión y conocimiento del medio.
Fernández explicó que el corto trató sobre un hombre que luchó con su aislamiento y problemas de adicción, enfrentándose a sus propios fantasmas. La historia combinó elementos oníricos y realistas, explorando la soledad y el dolor universal que todos podían experimentar. A medida que el protagonista consumía sustancias, su estado mental se deterioró, llevándolo a una paranoia extrema.
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