Crítica de La Estrella Azul

Por David Sánchez
El cine español, en su búsqueda constante por narrativas perfectas y temáticas profundamente introspectivas, ha caído con frecuencia en la trampa de la monotonía. Por ello, La Estrella Azul de Javier Macipe es un soplo de aire fresco que rompe con los cánones establecidos. En un panorama donde las películas parecen competir por ser más intensas, filosóficas o "transgresoras," Macipe presenta una obra que, sin renunciar a la profundidad, apuesta por el entretenimiento y la conexión emocional con el público.

Una trama que emociona por lo que pudo ser y no fue

La historia de Mauricio Aznar, un rockero español que busca reencontrarse con su esencia en los años 90, nos golpea desde varias aristas. Es un viaje de descubrimiento y, al mismo tiempo, de desencanto. La mención a Héroes del Silencio, banda emblemática del rock español, amplifica la nostalgia, conectando al espectador con una época y un movimiento cultural que marcaron a generaciones.

Pero lo que más conmueve es esa dicotomía entre el "podría haber sido" y el "no fue." La historia de Aznar refleja la lucha interna de un artista que, a pesar de su talento, se enfrenta a sus propios demonios. Su encuentro con Don Carlos, un anciano músico argentino que también lidia con el olvido, es el corazón de la película. Juntos forman un dúo que mezcla ternura, humor y melancolía, un reflejo quijotesco de la resistencia artística frente a la indiferencia del mundo.

El estilo fresco de Macipe: una lección para el cine español

Javier Macipe demuestra que se puede hacer cine de autor sin caer en la pedantería. Su dirección es ligera, entretenida y accesible, pero sin perder el toque artístico. A diferencia de otros directores que parecen obsesionados con la perfección técnica y los planos simbólicos interminables, Macipe apuesta por la espontaneidad y la frescura.

El final de La Estrella Azul es prueba de ello. Lejos de las conclusiones predecibles o abiertas "a lo Cannes," el desenlace es la guinda perfecta que da sentido al viaje. Es un final que respeta la inteligencia del espectador sin caer en artificios ni subestimar la emoción.

Y aquí es donde Macipe lanza un mensaje claro: el cine no tiene que ser un desfile de pretensiones para ser significativo. Su enfoque recuerda que lo auténtico y lo humano siempre tendrán más impacto que lo calculado y lo perfecto.


Un protagonista que lo es todo: Pepe Lorente

Pepe Lorente, en el papel de Mauricio Aznar, es simplemente brillante, fuerte candidato junto a Urko Olazabal a conseguir el Goya y el Feroz este 2025. Su actuación es natural, creíble y profundamente emotiva, y siendo maño su acento es creíble. Lorente logra que nos sumerjamos completamente en su viaje: sentimos su dolor, su pasión y su lucha. Desde las escenas en España, donde lidia con un entorno que lo asfixia, hasta su escapada a Argentina, cada gesto y mirada de Lorente es un reflejo genuino de su personaje.

Es imposible no empatizar con él. Cuando sufre, sufrimos. Cuando encuentra un momento de alegría, lo celebramos con él. Lorente no interpreta a Mauricio; es Mauricio.

Su química con Don Carlos, interpretado con una calidez excepcional por el músico Cuti Carabajal, es otro de los pilares de la película. Juntos crean momentos memorables que oscilan entre lo cómico y lo profundamente conmovedor.


El contexto: un homenaje a los años 90 y a Hispanoamérica

La ambientación en los años 90 está perfectamente lograda, desde la música hasta los paisajes urbanos y rurales pasando por el vestuario. Pero más allá del contexto histórico, lo que destaca es la sensibilidad con la que se aborda la conexión entre España y Latinoamérica.

El respeto y la admiración de Aznar por la música y la cultura argentinas son palpables, y Macipe las utiliza como un puente para explorar temas universales: la vocación, la amistad, y el legado artístico. En una época donde las divisiones culturales y políticas suelen dominar las conversaciones, La Estrella Azul recuerda la riqueza que surge del intercambio y la colaboración.


Rompiendo con los clichés del cine español

Lo repetimos para que quede claro, lo más valioso de La Estrella Azul es su capacidad para alejarse de los clichés que han saturado el cine español en los últimos años. Aquí no hay cámara al hombro persiguiendo el cuello de una mujer angustiada ni discusiones filosóficas interminables. Tampoco hay una obsesión por ser transgresor a toda costa.

En cambio, Macipe ofrece una narrativa que conecta con el público en un nivel visceral. Es cine pensado para emocionarnos, no para impresionarnos. Y en ese sentido, La Estrella Azul se siente como un pequeño milagro: una película que respira, fluye y nos toca de verdad. Es una obra imprescindible para quienes buscan algo más que las fórmulas repetitivas del cine contemporáneo mostrando a un Pepe Lorente que se consagra como uno de los grandes actores de su generación.

Opinión: 4,3/5

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