Insalvable. SECIME 2025
Javier Marco, uno de los cortometrajistas más potentes que tiene España, y Belén Sánchez-Arévalo, su eterna cómplice en el guion, llegan con Insalvable y se llevan el premio al Mejor Guion en SECIME 2025. Y sí, la calidad está ahí, como siempre en el cine de Marco, abrumadora por momentos, con esa firma suya que te mete en la historia sin que te des cuenta. Pero, siendo honestos, se queda corto. No corto de metraje, que eso lo dominan, sino corto de ambición, de ese golpe en la mesa que esperamos de alguien que nos ha dado maravillas como A la cara o Uno o Amianto, cortos que te revuelven la piel y te dejan pensando días. Aquí, aunque todo brilla, nos deja con ganas de más, como si el Javier Marco que conocemos pudiera estirar el chicle mucho más allá.
La trama pone a Mauro, interpretado por un Pedro Casablanc que llena la pantalla con su presencia, cenando en un restaurante de lujo con Ángel, el tipo al que salvó la vida hace unas semanas, un Javier Pereira que le da réplica con solvencia. Dos actores en estado de gracia, uno jugando al borde del mal, otro aferrado a lo bueno, y entre ellos una tensión que promete explotar. Las interpretaciones son maravillosas, de eso no hay duda, y te meten de lleno en ese mundo cerrado del restaurante, en los zapatos de Mauro, en su cabeza. Sientes lo que él siente, te preguntas lo que él se pregunta. Pero luego, cuando llegas al final, la idea central se te antoja demasiado obvia, como si el guion, tan bien escrito, se hubiera conformado con una chispa que no termina de prender del todo.
Y es que, acostumbrados a los malabares emocionales de Marco y Sánchez-Arévalo, a esas historias que te sacuden y te obligan a mirar dos veces, Insalvable se siente un poco plano. No es que falte calidad —la tiene a raudales—, sino que le falta ese giro, ese matiz que te deje boquiabierto. El bueno y el malo están claros desde el principio, y aunque los actores hacen magia con lo que tienen, sus personajes no terminan de desplegarse en toda su complejidad. Claro, es un cortometraje, y el tiempo aprieta, pero en manos de este dúo hemos visto cómo se puede pintar un cuadro entero con cuatro pinceladas. Aquí, en cambio, el lienzo se queda a medio camino, bonito pero sin rematar.
El universo que crean es inmersivo, eso sí. El restaurante, la cena, el aire enrarecido entre Mauro y Ángel: todo te atrapa. La dirección de Marco, como siempre, tiene ese pulso firme que sabe dónde poner la cámara y cómo dejar que los actores respiren. El guion de Sánchez-Arévalo, premiado con justicia, tiene líneas que cortan y diálogos que suenan a verdad. Pero el mensaje, lo que quieren transmitir, se pierde un poco en la niebla. ¿Es sobre la gratitud? ¿La culpa? ¿El peso de salvar a alguien? No queda claro, y eso, viniendo de ellos, sorprende. Otros trabajos suyos, como Muero por volver o el Goya de A la cara, te clavaban una idea en el pecho y no te la quitabas de encima. Insalvable te hace pensar, sí, pero no te sacude.
Insalvable es un cortometraje que cumple con creces, que te sumerge y te entretiene, que tiene un guion sólido y una dirección impecable. Pero viniendo de Javier Marco y Belén Sánchez-Arévalo, esperábamos más. No es que decepcione, es que sabes que podían haber ido más lejos. Aun así, la calidad está ahí, y el premio en SECIME 2025 no miente: es un trabajo que brilla, aunque no deslumbre como otras veces.
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