Desde Estados Unidos, a Asia, pasando por Europa, todos queremos comer carne, y el sufrimiento de los animales que nos proporcionan esas proteínas, no parece ser tenido en cuenta. Esta es la premisa, nada revolucionaria, del documental dirigido por Caroline du Saint y Damien Vercaemer . La revolución es la forma de mostrar los animales desde un punto de vista cosificado, como si fueran una pieza a fabricar, desde la delineación que se realiza con la silueta de una vaca o de un pollo, el espectador es transportado por medio del diseño y de varios países a un inframundo que no queremos ver. De hecho, las imágenes más duras no son mostradas, creando aún más impacto por ser exactamente esa la excusa que, según el documental, no hace evolucionar los derechos de los animales. Si un sufrimiento no se ve, no existe, y la necesidad de proteínas sigue ahí. Comer carne: un estatus social Un poco delirante la idea que se expresa en el film, donde insinúan que